La epilepsia en perros es una enfermedad de carácter hereditario, más común en determinadas razas como: Pastor Alemán, San Bernardo, Setter, Beagle, Caniche, algunos Dachshund y Basset Hound. El primer ataque epiléptico se manifiesta a menudo en perros con edades comprendidas entre los seis meses y los cinco años y, aunque se diagnostica por descarte de otras causas, se debe aprender a actuar ante un ataque de epilepsia. Un ataque epiléptico se produce por una actividad eléctrica anormal que ocurre de forma repentina en el cerebro de nuestro perro o nuestro gato. Logrando que un determinado número de neuronas se alteren entrando en una fase de excitación e hiperactividad. Se debe tener en cuenta que la excitación neuronal no tiene nada que ver con el estado anímico de nuestra mascota, como por ejemplo el estado de excitación que siente cuando nos reciben en casa. Cuando comienza un ataque, de modo aleatorio e imprevisible, se produce una descarga de energía en el cerebro que provoca en el perro movimientos de pedaleo en las extremidades, salivación abundante, micción o defecación sin control y pérdida del conocimiento. Existen diferentes etapas que caracterizan a esta enfermedad y que definen en qué momento del ataque se encuentra el perro. Son tres etapas:
-Aura: Se presentan los síntomas que indican el comienzo del ataque epiléptico, como descoordinación, temblores, nerviosismo, confusión y salivación. Estos síntomas pueden persistir por varios segundos o por varios días, por lo cual muchos dueños no se percatan del origen o la gravedad de estos.
-Ictus o Ictal: Es el momento en que se da el ataque. Durante un episodio de epilepsia el perro generalmente cae derribado sobre un costado de su cuerpo, manifestando respuestas involuntarias como pedaleos o patadas. El perro comenzará a producir saliva en exceso, y debido a la perdida de la conciencia puede experimentar la pérdida de control sobre sus esfínteres
-Postictal: Luego del ataque el perro pasa por un periodo de desorientación y confusión. Puede que no responda a ningún estímulo de su dueño y en algunos casos también puede experimentar ceguera.
Cuando la mascota presenta un ataque epiléptico lo primero que debe hacer el amo es conservar la calma. Colocarlo en un lugar donde no se golpee o no se caiga, por ejemplo en una colchoneta o en un cojín para que este cómodo y no se haga daño durante las convulsiones. Nunca se debe intentar sacarle la lengua al perro, pues puede correr el riesgo de mordérsela. Al finalizar el ataque epiléptico, se debe dejar al perro en un lugar tranquilo para que recupere la calma, pues es normal que luego del episodio quede agotado. Si el veterinario ya le ha recomendado un tratamiento, tú mismo puedes administrárselo cuando sufra un ataque, pero si es la primera vez que tu mascota sufre de un episodio epiléptico, no dudes en llevarlo a un centro veterinario para que te indiquen el mejor tratamiento para tu mascota.
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